Oh Dios misericordioso, te imploro con humildad y devoción por tu acompañamiento en la vejez, para que tu amor y tu luz guíen cada paso en este camino de vida.
En tu infinita bondad, te alabo y te admiro por tu constante protección y cuidado, por tu sabiduría y tu amor incondicional que nos sostiene en todo momento.
Te doy gracias, Señor, por brindar tu apoyo y consuelo en los momentos de soledad y debilidad, por ser nuestra fortaleza en las adversidades y nuestra alegría en las alegrías.
Me arrepiento, Padre celestial, de mis faltas y pecados, de las veces que he dudado de tu presencia y de tu amor, y te pido perdón por no haber confiado plenamente en tu providencia para mi acompañamiento en la vejez.
Te pido, Señor, que en tu infinita misericordia, colmes mi corazón de paz y esperanza, que fortalezcas mi fe y me ayudes a aceptar con gratitud cada día que me regalas para vivir con plenitud mi vejez.
Intercede, oh Dios compasivo, por todos aquellos que enfrentan la vejez solos o desamparados, por los enfermos y los olvidados, para que encuentren en ti el consuelo y la compañía que necesitan.
Me consagro a ti, Señor, en esta etapa de mi vida, para que tu voluntad se cumpla en mí y para que mi existencia refleje tu amor y tu bondad, siendo luz y esperanza para quienes me rodean.
Te pido, Padre celestial, que derrames tu bendición sobre mí y sobre todos los ancianos, protegiéndonos de todo mal, concediéndonos paz interior y fortaleciéndonos con tu gracia para afrontar con valentía y serenidad los desafíos de la vejez.
Amén.